miércoles, 2 de febrero de 2011

poema de varias S

Cuando camino solo, sin rumbo,
cuando me veo sin nadie,
caigo y me ahogo en un hoyo muy profundo.
Quiero que sepan que lo intenté,
que con valor me enfrenté,
pero el dolor del rudo amor,
acabó conmigo sin pudor.
Pienso que cada noche es más dura,
y que esta herida ya no tiene cura,
que este es el principio de mi tosca locura,
mas se acabó esta cruda tortura.
gracias, por dejarme dormir tranquilo,
gracias, por cortar el fino blanco hilo,
gracias, por ser un verdadero amigo.

la costra viva del alma

A cada segundo que pasa, más consciente soy de lo injusto y cruel que es el mundo. Veo como me desangro pero la sangre no se ve, va por dentro, en el alma, y duele. Duele sentir como se abre la herida a cada insulto, a cada mirada llena de odio, a cada “eres diferente”, a cada amenaza, a cada vez que no digo la verdad por miedo, y es que la soledad da verdadero pavor. Decimos que hemos avanzado mucho pero es mentira, sigue siendo algo oculto, un chisme de porteras de escuela. ¿Por qué en el metro o por las calles o en los restaurantes nos hacen gestos obscenos, nos insultan o nos miran mal? No somos distintos somos iguales. Quiero poder corresponder a la mano dubitativa que enlazada al preciso momento de mi vida me está prohibida. ¿Por qué digo todo esto? Hace no mucho tiempo alguien me preguntó que qué soy, sé que sonará extraño pero me quede en blanco, no fui capaz de dar respuesta a la pregunta, la palabra perdida y yo enmudecido. Después de mucho reflexionar me di cuenta de la magnitud de dicha cuestión. Constantemente nos empeñamos en clasificarnos según nuestro nivel económico, nuestras ideas políticas (derechas o izquierdas), nuestra sexualidad, nuestras creencias religiosas, nuestra nacionalidad o procedencia e incluso en extremos no clasificamos por razas o por hombres y mujeres. Sin embargo, yo creo que la pregunta ¿qué soy? Es mucho más trascendente, más profunda, y no tan superficial. Por culpa de esta superficialidad social surge la discriminación, la marginación, el maltrato y un largo etcétera de barbaridades. Hoy ya sé responder a esa confusa pregunta que un día no supe responder, yo no soy nada que lleve ninguna de estas etiquetas, no soy un enfermo, no soy un sodomita, no soy gay, soy un ser humano, soy una persona.